Nubes de colores {Libre}

El internado no me agradaba ni me desagradaba, me daba realmente igual. con tal de que no se metieran con lo que me metía a escondidas, estaba todo de maravilla. Ese día estaba tal y como me gustaba, un poco de viento, clima moderado y muchas nubes algo grices que adornaban el cielo. Salí al patio delantero, casi siempre estaba vacío y a demás de los nuevos que iban llegando no solía pasar nadie, era el lugar hasta ahora perfecto para sacar mi "cajita de la felicidad" con mucho cuidado la abrí y deje ver muchas pastillitas redondas de varios colores y tamaños, se podía decir que lo mío no siempre era la convencional, así que tome cuatro diferentes y me las metí a la boca de una vez, no tenía alcohol, así que las pasé con un poco de agua, sabía que no me harían el mismo efecto pero algo era algo. Abrí los brazos de par en par y comencé a girar mirando las nuebes.

Estaba completamente embelesada mirando la mezcla de colores que se formaban en el cielo al girar, siempre en tonos azules grisáceos. Debía admitir que tenía bastante equilibrio no sabía si se debía a que esto ya era común en mi o porque realmente era innato. No le dí mucha importancia a ese pensamiento era mejor concentrarme en como me iba haciendo efectos las pastillas, a decir verdad no tenía idea que cosas había mesclado, pero al parecer era algo bueno porque ya me sentía un tanto feliz y más liviana, sitan solo se pudiera seguir girando hasta volar, reí infantilmente ante este pensamiento; sin embargo mis risas fueron opacadas por una voz que llego medianamente distorcionada. Dí un último giro y me detuve, mi cabello bailo sobre mi cara antes de caer desordenadamente, me tambaleé divertida.

-No... no son drogas- Repliqué pestañeando varias veces para enfocar.

-Los que dicen que son reales a veces resultan no ser reales- Musité mirandolo entre mis pestañitas, era bastante guapo o eso parecía, que va no creía que solo por muy drogada que estuviera, en general cambiaba mi percepción de las cosas no de las personas, se veían más etéreas pero nada del otro mundo. Me mordí la puntita de la lengua y reí despacito ante lo que decía después.

-¿Enfermero? Eres ... Guapo- Agregué con el ceño levemente fruncido, tenía claro que en condiciones normales no le hubiese dicho nada, seguramente me arrepentiría de eso más tarde. Volví a soltar una risita casi infantil y me tambaleé nuevamente. Quería nubes de algodón púrpuras.

Negué con la cabeza suavemente.

-No pienso que sea una... nube- Abrí los brazos e inepiré profundamente, llenandome de aire y de la fragancia que expelian los árboles. -Solo que es algo parecido a una caricia- Cerré los ojos dejandome llevar por los recuerdos algo atormentados que tenía sobre lo que eran las caricias y el cariño, fruncí la boca un tanto en una mueca algo irónica mientras mi mente me daba malas jugadas. Escuché sus preguntas y me tenté a abrir los ojos pero por una extraña razón preferí mantenerlos cerrados, no quería que el mundo me diera vuelta otra vez. Reparé en ese pensamiento y me desconcerté ¿No sé suponía que eso era justamente lo que quería?

-Violette, ajá ese es mi nombre- Asentí una vez. - Creo que el hecho de que tus padres no te soporten es buena excusa para mantenerte lejos- A pesar de mi estaba esta malditamente conciente y eso me desagraba más que el pensamiento de no querer estar drogada.

Reí ampliamente al escucharlo ¿Amor? Pff ¿existía eso realmente? probablemente no, el amor no era más que una fachada para tapar el egocentrismo de las personas. Cuando se amaba, se amaba a si mismo de forma indirecta. Siempre me había parecido una manipulación y algo más bien fantasioso, estaba segura de que primero llegaría a Marte antes de recibir eso.

-Díselo a ellos... Desconocido. Aunque, el amor no existe - Le sonreí de forma amistosa y me giré para comenzar a caminar dando leves saltitos. Quería volar, desaparecer de la tierra y hundirme en el mar de mis pensamientos; en donde no hubiera nada más que un letargo constante de felicidad y bienestar.

Escuché sus palabras entre satitos y la voz de mi álterego, era algo confuso y atronador que se fuicionaran de esa forma, pero no podía hacer nada al respecto. Su pregunta me hizo deterner los saltitos que daba y arrugar levemente la nariz; abrí y cerré la boca varias veces y agradecí en cierta forma que estuviese de espalda y no me pudiera ver. Realmente no me importaba si los demás habían seguido el mismo patrón de mis padres, era algo que antes me había llamado la atención, pero que ahora no era más que nada. Me giré nuevamente hacía él y levanté los hombros con un gesto algo desdeñoso e indiferente.

-Es la esencia de humano, supongo- Y recordé la loca teoría que había propuesto en filosofía cuando teníamos un debate sobre la ética como resultado de la técnica. Esbocé una sonrisa ladeada, era algo de lo que me podía, en pequeña medida enorgullecer. - Además si existe es selectivo a unos le toca, a otro no- Agregué de forma cantarina.

Entorné los ojos, tenía diéciseis años y no tenía la menor idea de lo que era sentir amor o cariño, a lo más había sentido cierto grado de dependencia pero nada más. Era obvio que ese chico no la entendiera, quizá el si lo había sentido o conocido y por lo mismo dijiera eso, sin embargo ella dudaba que alguna vez pudiera tocar su puerta, no sé proyectaba a más de 24 años y en los seis restande dudaba ferreamente a que alguién fuera a quererla de alguna forma especial. Preferí omitar comentarios sobre la primera pregunta, no sabía que quería; lo más seguro terminaría con una sobredósis y moriría feliz, al menos.

-Dame el beneficio de la duda, enfermero- Reí entre dientes y arregle una arrugita de mi falda.

Escuché cada palabra e inflé las mejillas. Odia aceptar que quizá podía tener razón, pero jamás me arrepentiría de lo que hice o haré, era una de las únicas cosas que podía rescatar de mis padres. Cada acción desecandena una consecuencia y esta a la vez te sirve como aprendizaje, "Todo lo que hagas te formará como persona" Aun recordaba esas palabras y obviamente yo le sumaba que no por hacer acciones malas terminarís siendo malo, sino que, si en algún momento eras capaz de mirar hacía atrás y aceptar que hiciste mal, más no arrepentirte es porque habías crecido como persona. Suspiré la cabeza me daba vueltas y él chico de una forma u otra me estaba haciendo dejar de lado mi estado de letargo y hacer trabajar micabeza para poner los pies en la tierra.

Lo observé sentarse luego de sacarme la lengua, reí despacito y me deje caer de espalda a su lado, necesitaba mirar las nubes para saber que aun estaba sintonizadas con ellas.

-No me has dicho tu nombre, "Healer"- Reí entre dientes, siempre solía ponerles sobrenombres a las personas y él del sería "sanador". Era cómico pensar que Christine Feehal me diera esa idea.